*Eréndira Zavala C*
En mi visita a Mérida, probé las famosas marquesitas yucatecas, un postre que en los últimos años se ha puesto de moda pero que existe desde la década de los años 30, un postre hecho con masa dulce de barquillo que contrasta con el salado sabor del queso holandés que contiene.
Se encuentran fácilmente en las plazas y calles de Mérida, en locales cerrados o en carritos rodantes que pasan anunciándose, también en las esquinas, parques y ferias de la ciudad, incluso como servicio privado en cualquier evento social. Se cuenta que tienen el nombre de marquesitas porque a las hijas de un marqués les gustaban mucho, aunque también se cree que Polito llamaba marquesa a su esposa.
Dicen que las marquesitas se originaron cuando Leopoldo Mena, alias “Don Polo”, un heladero que vivía en Izamal, decidió cambiar su residencia a la capital del estado para ampliar su negocio. Años después, su hijo, Vicente Mena Muñoz, conocido como “Polito”, tomó las riendas del negocio familiar e instaló tres carros más a fin de aumentar las ventas, teniendo mucho éxito debido a que los helados tenían un rico sabor.
Sin embargo, en las temporadas de frío sus ventas disminuían significativamente, así que para contrarrestarlo comenzó a vender solo los barquillos a 50 centavos. Esta iniciativa fue muy exitosa, tanto que llegó a tener grandes pedidos del producto, contabilizando hasta 1,000 piezas.
En 1945, a Polito se le ocurrió agregarle un relleno al barquillo, hizo pruebas con carne molida, cajeta, miel de abeja y mermelada de diversos sabores, pero no fueron aceptados en sus comienzos, aunque hoy día son los rellenos más pedidos. Al principio Polito añadía queso Daysi pero con la llegada del queso holandés a Mérida, ahora conocido como queso de bola, nacieron de manera oficial las famosas marquesitas.
Marquesitas son rollos de pasta similar a la de los barquillos para helados o crepas, doradas y crujientes, rellenas de queso rallado, cocidas en prensas o planchas circulares de hierro de aproximadamente 20 centímetros de diámetro sobre el fuego, con forma de tortilla delgada y grietas en forma de rombos o diamantes, rellenas y enrolladas en forma de flauta y con un pilón de queso, están listas para comerse.
Como sea, la fusión dulce-salado, crujiente-suave de las marquesitas vale la pena probarlas una vez en la vida.