*Gaby L.C*
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La cocina mexiquense es reconocida por sus sabores y colores que nacen de las hierbas y especias utilizadas; además, su peculiar preparación detona un elemento único en la comida tradicional. Ofrece sabores únicos e ingredientes endémicos, en los que se conservan las raíces prehispánicas mazahua, otomí, nahua, matlazinca y tlahuica.
La entidad mexiquense cuenta con un padrón de más de 40 mil artesanas y artesanos, de las cuales la rama gastronómica ocupa la quinta posición con mayor densidad, antecedida por textiles, fibras vegetales, alfarería y madera. En este sentido, tiene tres mil 823 personas inscritas, predominando la participación femenina.
Ellas concentran y guardan los conocimientos tradicionales en sus memorias, los hacen realidad con sus manos y así fortalecen el patrimonio cultural inmaterial del Estado de México, siendo testimonios vivos llenos de color y sabor.
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Buscan generar arraigo e identidad en quien consume sus platillos; como mole rojo y verde, una variedad de salsas e incorporando flora y fauna local, elaboran habilidosamente gastronomía típica-tradicional que muestra el paso generacional y la conservación de técnicas singulares que salvaguarda un carácter ancestral, comunitario y colectivo.
Además ofrece tamales, como los de ollita, oliva, nejos, el taco placero, escamoles, chinicuiles, barbacoa, carnitas, mole rojo y verde acompañado de pato, guajolote, pollo, conejo, el dulce de alfeñique, pepita, licor “La chiva”, “Mosquitos”, variedad de atoles, galletas de fruta de horno, pan de feria, entre muchos más.