*Eréndira Zavala C*

En la gastronomía mexicana, es posible encontrar distintos elementos que son utilizados como ingrediente principal de la cocina, como la flor de calabaza. Esta flor es parte de los guisos cotidianos y también representa una conexión profunda con la tierra, las costumbres del campo y la cocina tradicional de los pueblos ancestrales.
La flor de calabaza fue utilizada desde tiempos prehispánicos por diversas culturas mesoamericanas, como los mexicas y los mayas, quienes cultivaban diferentes tipos de calabaza (Cucurbita pepo) por su fruto, semillas y por sus flores, que eran recolectadas durante la temporada de lluvias, por lo general entre junio y septiembre, y se usaban como parte de la alimentación diaria de las comunidades rurales. En la cosmovisión indígena, la flor de calabaza era símbolo de renovación y abundancia pues la floración indicaba el inicio del ciclo agrícola y era considerada como una bendición de la tierra fértil.
Para su recolección, se requiere de cierta delicadeza, debiendo hacerse generalmente por la mañana, antes de que el sol la marchite, para después lavarla con cuidado para retirar insectos, tierra o suciedad que pudiera tener, y luego se le remueven el pistilo y los sépalos antes de cocinarla. Un dato curioso es que, aunque la flor hembra como la flor macho pueden comerse, se prefiere la flor macho porque su recolección no afecta el desarrollo del fruto.

Su sabor es suave, ligeramente dulce y floral, lo que permite que combine bien con muchos ingredientes sin opacarlos, y su textura es tierna pero firme lo que aporta un contraste interesante en las recetas típicas de la cocina mexicana, especialmente en Oaxaca, Puebla, Hidalgo, Michoacán y el centro del país.
Uno de los platillos más representativos son las quesadillas de flor de calabaza, un guiso que combina queso, epazote y, en ocasiones, chile poblano o tomate. También es utilizada para preparar sopas, tamales, cremas, calabacitas tiernas e incluso rellenos para chiles o empanadas.
A pesar de su sencillez, la flor de calabaza cuenta con una riqueza cultural que da cuenta de la estrecha relación entre los pueblos mexicanos y su entorno natural. Ahora, la flor de calabaza florece no solamente en los campos, sino también en los mercados locales, en los restaurantes de alta cocina y en las ferias gastronómicas, consolidando su arraigo de símbolo comestible de identidad y tradición mexicana.