*Eréndira Zavala C*
Ayunar y abstenerse de comer carne durante la cuaresma y la semana santa son una de las prácticas más antiguas en la tradición de la iglesia y una cuestión de costumbre, cuyo origen se remonta al siglo II, que toma como referencia los sacrificios hechos por Jesús durante los 40 días en el desierto. Así, según esta tradición durante los días santos solo pueden comerse pescado, frutas, verduras, cereales y derivados.
Estas costumbres religiosas conjugan dos largas tradiciones en México, una prehispánica, que remite al traslado de pescados y mariscos del Golfo de México al interior, y otra relacionada con la herencia judeocristiana que enriquece el patrimonio culinario y donde ambas han influido en los hábitos alimenticios de los mexicanos dando origen a una gran variedad de platillos.
Ahora bien, el propósito es no comer carne roja y existen algunas versiones sobre la razón: una que dice que como la carne era costosa y el pescado más accesible, a los ricos se les dio la idea de unirse al ayuno perpetuo de los pobres y realizar obras de misericordia; otra, que distinguía a los animales puros e impuros, consideraba que la sangre roja era sucia y manchaba mientras que los animales acuáticos al estar en el agua, se asociaban con la pureza y vitalidad.
Por ello, la imaginación del mexicano ha enriquecido su cocina con diferentes y ricos menús entre los que se encuentran romeritos en mole con tortas de camarón seco, sopa de frijol, nopales en mole, huevo o ensaladas, charales capeados, calabacitas en torta, rellenas, picadas o entomatadas; caldos de haba o lentejas, pastel azteca, corundas con rajas, caldos de camarón, elotes, chilpachole, tortas de papa, arroz blanco, chiles poblanos y chilacayotes rellenos de queso, huachinango a la veracruzana, bacalao a la vizcaína, rollos de frijoles con atún, sardinas o queso ¿Y qué tal los postres? Capirotadas, torrejas, huevos reales, tamales dulces, frutas cubiertas; y bebidas como aguas frescas de jamaica, horchata, melón, chía o sandía, chocolate caliente, aguamiel y pulque.
Hoy día, la alimentación cuaresmal se ha flexibilizado y muchas tradiciones mexicanas se han perdido con el paso de los años, debido a veces a la influencia extranjera, el avance implacable de la modernidad, el sentido de urgencia diario, factores que han minado las reflexiones espirituales de antaño y que ahora se han transformado en jornadas de asueto, dedicados a pasear y a disfrutar el tiempo. No obstante, la tradición cuaresmal forma parte ya del patrimonio colectivo.