Pozole, guiso prehispánico

*Eréndira Zavala C*

Foto: Especial.

A punto está de comenzar septiembre, el mes patrio, el mes que todos los mexicanos utilizamos como excusa para comer un poco más de lo acostumbrado. Uno de estos platillos es el pozole, ya sea blanco, verde, rojo, de mariscos, vegetariano, de pollo, de cerdo…. en cualquiera de sus presentaciones, resulta casi imposible resistirse a comer un buen plato con su lechuga, cebolla, orégano, limón, rábano, chile y tortillas tostadas.

Sin embargo, conocer la historia de su origen puede tocar algunos estómagos sensibles. Su origen se remonta a la época prehispánica. La palabra pozole proviene del náhuatl y significa “espuma”, debido a que cuando el maíz cacahuazintle (especial para esta comida), que se precoce en una solución con cal para que pierda la cáscara fibrosa que lo cubre y luego se coce, se abre tomando forma de flor y forma una especie de espuma. Este guiso solo era elaborado para grandes ceremonias religiosas en los que su preparación consistía en cocer, además del maíz, carne humana de los guerreros prisioneros sacrificados en los rituales, especialmente para que hubiera buenas cosechas.

Para los aztecas el maíz blanco simbolizaba la cosmovisión del mundo según como ellos lo concebían y también lo asociaban con su dios Iztacmizcóatl, “Blanca serpiente de las nubes”. La carne humana era relacionada con lo blanco y el alma del sacrificado, pues el color era el símbolo de las primeras luces del día cuando el alma vuela hacia las alturas. Según Fray Bernardino de Sahagún, en la Historia General de las Cosas de la Nueva España, en una ceremonia en honor al dios Xipe Tótec (Nuestro Señor Desollado), al emperador Moctezuma se le sirvió un enorme plato de pozole con un muslo del prisionero sacrificado.

Cuando los españoles llegaron a tierras mexicanas con la religión del cristianismo a cuestas, se horrorizaron de esos actos que ellos consideraron como canibalismo y entonces optaron por desaparecer las “costumbres repugnantes de los aztecas” y sustituyeron la carne humana por la de cerdo.

Es así, como se cambiaron los ingredientes y desde entonces, el pozole es un platillo para celebrar en cualquier época del año. Un platillo que sigue vivo y seguirá pasando de generación en generación como parte de nuestra identidad como mexicanos. Así que cuando estés saboreando un rico plato de pozole, estoy muy segura que recordarás -querido lector- su origen.

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